Deterioro cognitivo y demencias

Si has observado alguno de estos signos en tu familiar seguramente, y tras el susto inicial, habrás pensado que son conductas normales, que ya está mayor y claro, su cabeza ya no funciona igual. Esta idea, tan difundida como falsa, tan común como peligrosa, enmascara y oculta una realidad que está empezando a manifestarse y que, en caso de confirmarse, evolucionará de forma progresiva, negativa y más acelerada si no se toman las medidas farmacológicas y neuropsicológicas adecuadas.
El diagnóstico definitivo de una enfermedad neurodegenerativa, a día de hoy, sólo es posible a partir de un estudio neuropatológico del tejido cerebral. Por fortuna, los profesionales contamos con herramientas para detectarlo a tiempo, como son la evaluación neuropsicológica y la experiencia clínica, que nos permite distinguir entre una persona sana, y otra con deterioro cognitivo o demencia.
El diagnóstico clínico precoz es fundamental. El tratamiento (farmacológico y de estimulación cognitiva) ha demostrado ser más eficaz en las fases iniciales de la enfermedad, se previene la aparición de los trastornos de conducta (que tanto limitan la vida del afectado y de sus familiares) y se posibilita mantener una vida autónoma (o con mínima supervisión o ayuda), retrasando así el ingreso en un centro especializado.
Lamentablemente, a día de hoy no existe cura para estas enfermedades, pero sí está en nuestra mano mantener la calidad de vida del afectado y de sus familiares, proporcionando la intervención adecuada en cada caso concreto.