MALDITA ANSIEDAD

ansiedad

Cuando la emoción se descontrola

Sentir ansiedad en momentos concretos o ante determinadas situaciones es algo normal. La ansiedad es una respuesta biológica. Sus signos físicos más frecuentes son: dificultad para respirar o sensación de falta de aire, el corazón late muy rápido, mareos, dolores varios, nauseas…

Cuando esta respuesta es muy intensa suele acompañarse de pensamientos aterradores: “me voy a morir”, “me estoy volviendo loco/a”. También se puede tener miedo a hacerse daño a uno mismo o a los demás. Entonces hablaríamos de un ataque de ansiedad o crisis de pánico.

En los últimos meses se ha incrementado el número de personas que siente o ha sentido ansiedad. Estos síntomas, tan desagradables, se relacionan con las situaciones que nos ha tocado vivir. Ya sea por la incertidumbre, estar en primera línea trabajando, perder el trabajo o los ingresos, contagio de uno mismo o de seres queridos... Sea cual sea su causa, la ansiedad es cada vez más frecuente en este momento.

En circunstancias normales, la respuesta de ansiedad se manifiesta de forma puntual, no es muy intensa y es relativamente sencilla de controlar por la persona. Respirar de forma profunda puede ayudar a bajar la activación fisiológica. Distraerse con alguna actividad (hablar con alguien, salir a dar un paseo, hacer deporte o meditar…) suele dar buen resultado cuando la ansiedad no es muy elevada. Otra opción es no hacer nada, la ansiedad pasará tras un espacio breve de tiempo.

El problema surge cuando intentamos controlar la ansiedad y vemos que no podemos. Es una sensación desagradable que queremos eliminar y no volver a sentir. Es aún peor si experimentamos un ataque de pánico. El miedo a que se repita se intensifica de tal manera que actúa como detonante de un futuro ataque.

Llegados a este punto el control de la ansiedad por uno mismo resulta muy difícil, cuando no imposible. Quien la sufre no se resigna y lucha para no volver a sentirla. Quisiera erradicarla de su vida y, lo único que consigue, es empeorar la situación.

Los pensamientos angustiosos son imprevisibles, atacan cuando menos te lo esperas, y resultan terroríficos. El miedo a perder el control y/o volverse loco se convierte en algo real y tangible para la persona que sufre la crisis de ansiedad. Todo ello incrementa aún más la respuesta fisiológica. La persona no puede respirar, siente que el corazón se le va a salir del pecho, vomita o va corriendo al baño…

Si te identificas con los síntomas descritos o estás padeciendo una situación similar te aconsejo que busques ayuda profesional. El tratamiento psicológico es breve y eficaz. La medicación también puede ayudar, alivia el malestar pero no resuelve el problema.

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